jueves, 15 de enero de 2015

Dormir contigo

No solemos dormir con Enzo en el sofá, pero ayer tuve la necesidad de subirlo y mimarlo como no había hecho desde hace tiempo.
Me encantó ese rato en el que mi cabeza estaba con la suya, y mi nariz enterrada en el pelo de su cuello, llenándome de su olor. Sentir en una mano su corazón palpitando tranquilo y en la otra su pata corriendo al compás de algún sueño... dormirme no más de cinco o diez minutos y despertarme después al notar que se acomodaba todavía más en mis brazos. Fue algo que me hizo renacer y mutar mis miedos, convertirlos en una sonrisa que ya me duró todo el día.
Al final me levanté y le dejé un rato solo, porque sé que disfruta estirándose todo lo largo que es, y después de nuevo a su cama.
Por cosas así son por las que él me da la vida, y yo le doy las gracias por hacerlo posible.

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